Un duende de 5 años, llamado Jorge
Pinchin, vivía en un país llamado Capitolium donde no reinaba la paz. Jorge
vivía en Escorta, el distrito 5. Era moreno con mechas rubias, tenía la
piel de color verde, los ojos azules y profundos, brazos largos y fuertes y sus
pies eran muy resistentes.
Jorge tenía un sueño: ir al distrito 1,
pero como los distritos estaban separados por vallas, no podía. Jorge tenía dos
amigos, que eran: Pepe, el pequeño gato, que era astuto y rápido,
aunque no hablaba mucho. Su sueño era siempre el de Andrea, la segunda amiga de
Jorge. Andrea era una elfa lista, fuerte y muy buena con el arco.
El que gobernaba en el país era el
malvado Jorge Rancin, que era asesino y caradura. Junto a Rancin estaba Héctor
Paredius, un poco patoso, pero tenía ideas bastante buenas y malvadas.
Los tres amigos vivían bajo un árbol
cada uno, porque no tenían mucho dinero. En cambio, Jorge Rancin y Héctor
Paredius vivían en un palacio gigante en la capital del Capitolium, el distrito
1. El palacio era tan grande que tenía más de 200 habitantes, una bolera, un
polideportivo y una sala llena de armas...
Un día, Jorge Pinchin, Pepe y Andrea
decidieron desbaratar los planes de Rancin. Pero para ir al distrito 1 tenían
que pasar por las vallas, o eso creían, hasta que Pepe tuvo una
fantástica idea: Irían a ver a Eustaquiomuylocatus, el mejor inventor de
mochilas propulsoras del mundo. Como Eustaquiomuylocatus era muy amigo de Pepe,
no les cobró las mochilas.
Cuando llegaron al distrito 1, Rancin
les había mandado una no muy cariñosa bienvenida...
Pinchin y sus amigos no despertaron
hasta las siete, estaban en una mazmorra donde las personas se iban a morir. ¡Pero
en ese mismo momento aparació Eustaquiomuylocatus! y, aunque estaba a punto de
salvarlos, Rancin los vio con cámaras de seguridad y también lo atraparon a él.
Esto ya parecía el fin, pues iban a
matarles al día siguente. Jorge Pinchin, Pepe y Andrea empezaron a pensar mientras
Eustaquiomuylocatus no dejaba de lamentarse. Después de un rato pensando, a
Pepe se le ocurrió salir por la ventana trepando por la pared con chicles en
las suelas de los zapatos. Al final funcionó y se escaparon.
Al día siguiente, cuando Jorge Rancin y Héctor
se dieron cuenta de que no estaban los prisioneros, se pusieron a buscarlos por
todos los distritos y cuando encontraron el árbol en el que
se refugiaban los amigos, fueron a atraparlos por debajo del árbol. No estaban
allí, sino en la copa. De la copa saltaron e hicieron prisioneros a Jorge Rancin
y Héctor y en el Capitolium reinó la paz.
Soy Pepe y mi parte de este cuento es la que mas mola
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