miércoles, 20 de junio de 2012

CUÁNTO CUENTO - LA PEQUEÑA HECHICERA (por Eva, Luca y Marina)



Un día, en la escuela de magia, hubo un disparate: con un hechizo de la bruja Irene, se quemó toda la clase. Marina era la más lista de la clase y de la escuela, también era mi mejor amiga; la segunda era yo, y tenía un nivel menos que Marina. El tercero era Enrique; su varita se convertía en dragón cada dos por tres. El cuarto era Alex, que se equivocaba con las palabras de los hechizos y todo lo que quería convertir en otra cosa terminaba siendo un cepillo de dientes.

            Mi madre, que era una piruleta muy dulce y agradable, todos los días me llevaba en el metro hasta el coche donde nos estaba esperando el Sr. Regaliz, que era mi padre. Mi padre llevaba gafas, pero era torpe y se las rompía continuamente.

            ¡Huyyy! perdón, no me he presentado: soy Eva, aunque mi profe de magia me llama Evita Dinamita. Soy una pequeña hechicera con pelo y ojos morenos y una gran sonrisa. Suelo vestir con un pantalón corto y una camiseta. Me gusta escuchar música pop y jugar al baloncesto. Tengo una perrita que se llama María y un loro parlanchín llamado Luca.

            Un día Luca se me escapó por la ventana y María me avisó. Salí con mi madre porque el Sr. Regaliz estaba trabajando. Al día siguiente fui a clase muy triste por haber dejado abierta la puerta de la jaula y perder a mi loro. Me pasé toda la clase arrepintiéndome por lo que había hecho. Al llegar a casa me metí en mi habitación y empecé a pensar en cómo arreglar lo sucedido.

            María quería entrar en la habitación para ladrarme que si quería, podíamos poner carteles para que nos llamaran si habían visto a Luca. Esa tarde salimos y llenamos de carteles toda la ciudad. Cuando llegamos al colegio, pedimos al director que le preguntase al portero si había visto a un loro muy colorido, pero, por desgracia, no había visto ninguno.

            Al día siguiente era sábado, y no había cole. María y yo aprovechamos para buscar a Luca por toda la ciudad, pero no encontramos nada. Incluso llamamos a mi tía porque vivía en otra ciudad y quizá lo había visto volar por allá, pero nada.

            De pronto, nos acordamos de que habíamos olvidado preguntar a mis amigos, Marina, Irene, Enrique y Alex. Ni Marina, ni Irene, ni Enrique lo habían visto. Cuando todos fuimos a buscar a Alex, nos dijo que había visto pasar una bandada de pájaros hacia el sur. Enseguida les dije a todos:

- ¡Vayamos hacia el sur!

            Enrique no pensaba lo mismo:

- ¡Pero hacia allí está la ciudad de los fantasmas! ¡Brrrrrrrrrrr!

            Irene y Marina propusieron:

- Pongámosle un cebo con sus galletas favoritas, seguro que vendrá a por ellas.

            María ladró: -¡Guau Guau! –a ella también le gustaban mucho esas galletas.

            Cuando estábamos preparando la trampa, me di cuenta de que se acercaba la bandada que Alex había visto.

- ¡¡Ha funcionado!! –grité feliz.

            En cuanto Luca nos vio a María y a mí, voló hacia nosotros.

            Esa noche todos celebramos haber encontrado a Luca ¡cómo no: comiendo sus galletas preferidas!

           

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