En un buque navegaba Nico, el
superviviente de un naufragio. Era fuerte, con el pelo negro, ojos azules y
alto. Solía vestir con pantalones vaqueros y camiseta de deporte.
Pablo, su fiel ayudante, también
iba con él, y Patri, una gata con pelaje oscuro y ojos azules. En el buque
viajaban también Jose, un mágico duende, bajo, que solía vestir de verde; y
Pablo Sánchez, un niño rico que vestía conropa clásica.
En un día soleado de julio, Nico
y Pablo fueron a su camarote. Todo estaba patas arriba.
- ¡En este barco hay un ladrón! –dijeron, y empezaron a
ordenarlo, pero no vieron qué les habían robado, quizá hasta el mapa del
tesoro…
Empezaron a
buscar al ladrón. En un lateral del barco, navegando, vieron un bote con un
señor a bordo. Nico y Pablo cogieron otro bote y se fueron a por él. Resultó
ser el padre del niño rico.
Cuando lo
alcanzaron, vieron que llevaba una bolsa, pero sólo contenía ropa. Nico y Pablo
volvieron al barco: sospechaban que el botín podía estar escondido en un cajón,
y por eso dieron media vuelta, pero en el barco no había cajones…
Al día
siguiente llegaron a una isla. Allí pudieron descansar y nadaron muy profundo,
hasta el fondo, donde encontraron una estatua. Como las estatuas de los barcos
están en la proa, se dieron cuenta de que se trataba de un barco hundido;
buscaron dentro el botín y… ¡lo descubrieron! Pero el cofre estaba vacío.
Finalmente,
al volver a la isla, encontraron una bolsa encima de una palmera… ¡era de ropa
y zapatillas! Todos estaban cansados de buscar cuando, de repente, dieron con
una cruz. Excavaron y encontraron un cofre lleno de monedas y ¡lo mejor! con
una piedra preciosa que brillaba.
Todos
volvieron a casa felices.
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